
-
Que hakushaku sabe que estoy aquí? – dijo Alice
exaltada por la noticia
Todos en el café miraron con
recelo a la mesa de ambos tras la exclamación, era obvio que si bien la guerra
no había derribado las murallas de ninguna ciudad sagrada, el miedo al dictador
y el hecho de no poder salir de la ciudad resultaban latentes en los
habitantes.
-
Jajá, parece que he leído mal en este libro –
dijo ella con una risilla nerviosa al notar la reacción a su alrededor, tras lo
cual todo pareció regresar a la normalidad – tengo que ser mas cuidadosa
-
Debes ser mas cuidadosa – dijo kain en un murmullo – recuerda que aun nadie más
sabe que estas aquí, león es seguro por ahora pero es mejor no despertar
sospechas.
-
Lo se, lo se – contesto la princesa algo
avergonzada – lamento que debas cuidarme de este modo kain, pero estoy muy
agradecida por todo lo que haces.
-
No te preocupes, para mi será un placer
escoltarte hacia el trono una vez todo esto haya terminado.
Las palabras de kain cuando hablaba con Alice
estaba salpicadas de una cierta madures, indulgencia y dulzura que hacia que la
princesa se sintiera segura junto al monarca , esto la eclipso por un instante hasta
que una duda asalto su mente.
-
Kain – dijo tímidamente ella – si tenías algo
tan importante que decirme ,¿ por qué no me lo has dicho en la mansión? Después
de todo era algo riesgoso decírmelo aquí mismo
-
Entiendo el motivo de tu duda, pero si esperas
un segundo podre aclarártela de inmediato.
Después de haber dicho esto kain
lanzo una mirada hacia el centro de la plaza en donde se erguía el gigantesco
obelisco cuya sombra formaba un reloj de sol en la plaza.
-
Creo que ya es tiempo, debemos seguir por aquí
princesa, no hay tiempo que perder si desea s estar a tiempo para la junta de
esta tarde. – dijo el mientras se levantaba de su asiento
-
Pero ese junto se llevara a cabo dentro de
varias horas, tenemos mucho tiempo.
-
No para lo que debemos hacer.
Tomando la mano de la confundida
princesa, el caballero la condujo por las calles siguiendo por callejuelas cada
vez mas estrechas en donde se veían briznas de maleza floreciendo entre los
adoquines del suelo con mas frecuencia a cada paso, hasta que estuvieron frente
a una pequeña tienda que parecía rodeada casi por completo de verde. Sobre su
entrada había un gran letrero que decía la única palabra “antigüedades” no
había otro indicio que permitiera llegar a ella si no se conocía el camino.
Al entrar empujaron una puerta de
madera que crujió como si no hubiera sido abierta en mucho tiempo y mientras
una nube de polvo se alzaba por el movimiento de la puerta una campanilla
oxidada anunciaba que ellos habían entrado. El aspecto de la tienda no mejoraba
adentro, se podían ver montañas de cosas amontonadas y gruesas capas de polvo
cubriéndolas. Los objetos que se podían admirar en la tienda eran sumamente
variados, hasta el punto que era imposible determinar un patrón respecto a los
mismos, había desde finas porcelanas hasta collares de fantasía, desde ruedas
rotas hasta hermosas espadas, todo amontonado contra las paredes dejando un
pequeño pasillo que guiaba hacia un aparador de cristal detrás del cual se veía
una cortina de vivos colores hecha de seda, la cual parecía provenir de otro
tiempo ya que era lo único en toda la tienda que no lucia irremediablemente
viejo y Todo esto era eliminado por el sol que se filtraba por un pequeño tragaluz
en el techo.
Kain caminaba con pasos seguros
por el pasillo mientras Alice tímidamente caminaba detrás de él. Las pisadas
dejaban marcas en la gruesa capa de polvo a medida que se movían, mientras los
rayos de luz hacían destacar los variados objetos por momentos. Finalmente frente al aparador
kain dijo :
-
Maestro, se encuentra en casa? He venido tal
como lo prometí
De inmediato de la parte de atrás
del aparador surgió un anciano de cabellos canos y tez arrugada, que pareció
materializarse de la nada.
-
No tienes por qué gritar, muchacho, estoy justo
aquí – dijo el hombre con una voz mucho mas clara de lo que podría esperarse
para alguien de su edad
-
Lo siento, pero creí que se encontraba usted en
la parte de atrás, como ve he traído a la persona con la que deseaba que
hablara.
El maestro dio una mirada desdeñosa
a la espalda de kain y vio a la tímida y delicada figura de la princesa aun en
ropas de batalla.
-
Aun no comprendo que asuntos puedes tener
conmigo – dijo después de un corto examen
-
Usted tiene algo que necesitamos en su tienda,
por favor permítanos buscarlo. –
contesto el rey algo desesperado
-
¿ ustedes buscando algo en mi tienda? Eres bastante tonto ¿no? , esta no es una
tienda para personas es una tienda para objetos, si el objeto en cuestión desea
ser encontrado les permitirá que lo encuentren, de lo contrario pierden su
tiempo.
-
Es por eso que la he traído a ella conmigo, ella
es quien debe encontrarlo.
Entonces observando a Alice el
anciano la examino una vez más, esta vez con más interés:
-
Si pierden su tiempo o no, no es cosa mía, pero
si ella debe ser encontrada, si algo en esta tienda la esta buscando, entonces
no tengo nada que me haga querer meterla.
El anciano entonces acerco una
butaca y se sentó mientras limpiaba con un
pañuelo unos lentes redondos.
-
Hace mucho tiempo que nadie entra en esta
tienda, espero que seas encontrada -
agrego finalmente el hombre.
Alice empezó entonces a mirar por
la tienda en busca de descubrir que era lo que debía encontrar, busco de ese
modo por mucho tiempo sin encontrar nada, no sabía siquiera que era lo que
buscaba, durante todo ese tiempo kain simplemente la observo desde una esquina
de la tienda, inexpresivo, como esperando algo, ella se movía y movía los
objetos pero aun así no sentía nada, hasta que finalmente, frustrada, se detuvo
un momento.
Era inútil preguntarle a kain que
era lo que buscaba, estaba claro que eso debía descubrirlo ella, así que decidió
pensar, pensar a fondo que podría ser lo que ella debía encontrar, y mientras
divagaba en esa idea algo la asalto, las palabras de el anciano retumbaron en
su cabeza “ esta no es una tienda para personas, es una tienda para objetos” . Todo
se hiso claro en su mente entonces, ella no debía buscar, ella debía ser
buscada; pero la pregunte era ¿ que debía buscarla?
En ese momento su blanca mano se posó
en la fina espada extranjera que llevaba en su cinturón, debía tratarse de algo
de vital importancia si kain la había traído hasta allí con tanta prisa, y
tampoco debía de tratarse de algo fácil de conseguir, si se requerían tantas
horas para ello, Alice confundida pensó entonces “y si se tratase de algo que
debe encontrarme como esta espada lo hiso?”
Ella estaba consiente que esa
espada había sido la que la había elegido a ella desde ese momento, no fue
coincidencia que d’raven hubiera puesto esas espadas en el armario y que entre
ellas se encontrara un arma tan peculiar, en efecto no era un sable como el de
los demás guerreros y desde el primer momento Alice había podido sentir como
este la llamaba desde su funda. Al final se decidió a cerrar sus ojos,
esperando que de alguna forma la respuesta llegara a ella.
Los minutos en mudo silencio
pasaron, y la mente de la princesa se desocupaba poco a poco y de a momentos
empezaba a escuchar un murmullo, como el agua de una cascada que se hacía cada
vez más fuerte, pero a medida que el sonido crecía en volumen empezaba a sentir
algo más, una voz que cantaba, era una voz masculina preciosa y clara, que con
voz anhelante rogaba “deseo verla, luchar a su lado una vez más, permítemelo , por
favor permítemelo” . En su pecho Alice sintió una punzada por un segundo, ahora
sabía qué hacer. Con los ojos aun cerrados empezó a caminar con decisión en
medio de las montañas de cosas que plagaban en piso de la tienda, no tropezó ni
una sola vez mientras se dirigía a la cortina de seda. Kain la observaba
confundido y el anciano con indiferencia, al haberla pasado ella no lo noto
pero se encontró de repente en una verde pradera donde las aves cantaban, pero
no había ni una flor en aquel recinto. Ella camino decidida y lentamente hacia
un arroyo y con ceremonia se arrodillo ante él, entonces estiro sus brazos con
ceremonia y de las cristalinas aguas saco una espada como la que llevaba en su cinturón
pero de funda blanca y doradas flores en ella. Cuando la tuvo en sus manos Alice
abrió sus ojos y contemplo la hermosa arma. Alice había sido encontrada.
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